Friday, January 23, 2004

Después de pasarme dos horas (de sesenta minutos cada una) esperando a que la peluquera me alisara este pelo de estropajo, no me quedan ya ni ganas de salir por ahí a lucirlo. Ni siquiera se me ocurre qué contar. O quizá sí, pero lo que se me ocurre es incontable. Así que como ando aquí toda desganada, os dejo con un textillo que acabo de leer y que me ha gustado:

"Si encontrara la lámpara perdida de Aladino o el espejo de Alicia, me vestiría de bruja con ojos de hada buena y te daría el secreto del pájaro encantado o, mejor, la promesa de un sueño de manzana. Ya sé que los fantasmas siguen dando las doce, que hay inviernos enteros de paraguas sin beso y tardes en que todo te muestra su factura: el reloj y el examen que no te has preparado, las alas que has tenido que colgar en la silla, las ventanillas grises de adioses aparcados, y ese timbre lejano del amor, que no suena, esa voz que interrumpa los folios en la mesa para decir tu nombre como una lección dulce. Y son tristes, lo sé, esos momentos hondos, interminables, en que las esperanzas son como fichas gastadas, y el futuro tan sólo un juego estropeado. Pero te quedan todos los sueños por delante, mil arcoiris que apostar a la luz y soles y más soles que aguardan el preciso colorín colorado de los cuentos".

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