Thursday, October 23, 2008

No tengo

Son las cinco de la madrugada. No tengo un duro en el bolsillo. Ni papel higiénico en el baño. Ni pañuelos de papel. Ni servilletas de papel. Ni rollos de papel de cocina. El único papel que tengo a mano es un folio doblado con varias órdenes: "Compra detergente, lejía, limpiasuelos (bote verde), suavizante, bayetas amarillas (y si hay de microfibras, mejor)... tiende la lavadora que he dejado puesta y, si te animas, pon otra, que el cesto de la ropa sucia está a rebosar". Justo al lado, hay un libro que compré hace unas horas, apenas dos minutos antes de que cerraran la tienda. Leo la primera página.

"En aquellos tiempos siempre era fiesta. Bastaba salir de casa y atravesar la calle para volvernos locas, y todo era tan bonito, especialmente de noche, cuando al regresar, muertas de cansancio, esperábamos que aún sucediese algo, que estallase un incendio, que naciera un niño, o quizá que llegara el día antes de lo debido para que la gente pudiera salir a la calle y continuar andando, andando hacia los prados, hasta más allá de las colinas.
-Sois sanas, jóvenes, unas muchachas -decían-, se nota que no tenéis preocupaciones.
Incluso, una de ellas, aquella Tina que había salido coja del hospital y no tenía qué comer en casa, reía, como las demás, por nada. Una noche, trotando tras las otras se detuvo y se echó a llorar porque decía que dormir era una estupidez y robaba tiempo y alegría", El bello verano, Cesare Pavese.

Son las cinco y pico de la madrugada. A las nueve tengo revisión médica. No tengo sueño. Ni papel higiénico en el baño. Ni pañuelos de papel. Ni servilletas de papel. Ni rollos de papel de cocina. El único papel que tengo a mano es un folio hecho trizas.

1 comment:

Antonia said...

Tranquila. En mi nueva casa tendrás papel de todas clases. Ayyyy!!!