Sunday, March 01, 2009

Pesado y ligero

Viendo La insoportable levedad del ser (no he leído el libro), me he acordado de un objeto: las escaleras. Cuando era pequeña, había una gigante de hierro en mi casa. A veces, los vecinos y mi tía la pedían prestada para pintar las fachadas de sus casas. Yo no tenía fuerzas para cogerla sola. Así que solía decir: "Pasad y lleváosla, está en el patio". Unos años más tarde, mi madre compró otra, pero de acero inoxidable. Yo seguía siendo pequeña, pero ésa ya la podía coger casi con una mano, no pesaba nada y era igual de útil. "Ahora te la llevo", le decía a mi tía. Me fascinaba la sensación de trasladar algo pesado como si fuera una pluma. Y esa sensación, creo, es la clave del amor, de cualquier amor: querer mucho sin que se note demasiado.

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