Saturday, December 27, 2008

Amor furtivo

Este año, por una cosa o por otra, he tenido muy presente un país asiático: India. Por cosas buenas y por cosas malas. Hoy dejo aquí una historia buena, de perdón, mitad verdad, mitad mentira. Pero esperanzadora, estoy segura, para los que ven la muerte a un paso.

Se trata de Bilhana, un poeta originario de Cachemira que conocí hace sólo unos meses en la Casa del Libro. Dicen que un rey -un tal Vikramadityá VI-, allá por el siglo XI, le encomendó la educación de su hija. En una de las clases, el poeta abrió el temario por la parte de "ciencia del erotismo". Y ni corto ni perezoso enseñó a la chica como mejor se aprenden las cosas: con la práctica. El tal Vikramadityá VI se cabreó tanto cuando se enteró -siempre hay espías en la corte- que condenó al listo de Bilhana a morir por empalamiento, o lo que es lo mismo, atravesado por una estaca.

Hasta el lugar de la tortura, había 50 escalones. Y Bilhana, subiendo hacia su muerte, recitó un poema en cada escalón recordando los momentos amorosos que había pasado con la chica. El rey, al escucharlo, entendió que las prácticas mantenidas con su hija eran sinceras. Y no sólo lo perdonó sino que le dio permiso para casarse con ella.

De esta historia surgen Los 50 poemas del amor furtivo. Aquí dejo unos cuantos versos:

"Aún hoy
si alcanzase a ver
sus ojos difusos como el loto;
si aún hoy pudiera verla,
abrumada por el peso de sus senos hinchados,
la apretaría entre mis brazos
y bebería de su boca hasta la hartura
como liba la flor una abeja embriagada".

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