Thursday, April 10, 2008

Amanecer y alevosía

Son las ocho de la mañana. Faltan dos horas para que salte la alarma del móvil. Todo iba bien cuando me giré y quise continuar durmiendo. Pero justo cuando estaba recuperando el sueño que había dejado a medias, empezó a sonar. No, el móvil no. Un trompo de hacer agujeros en la pared. Tiré un libro contra la pared para que el vecino y/o la vecina tomaran nota de mi enfado. Pero nada. El trompo daba trompazos y volteretas. Me desesperé. Bajé al salón con la ilusión de que el ruido fuera menor una planta más abajo. Y una vez allí, parecía que el dichoso vecino y/o la dichosa vecina le habían instalado al trompo un amplificador. Cogí una zapatilla de deportes que andaba por el suelo. Y con amanecer (ocho de la mañana, ya digo) y alovosía golpeé la pared como si estuviera matando una lagartija asquerosa. Aquello no paraba y la pared se puso tan negra como yo. Ella, por la suciedad de la zapatilla. Yo, también.

1 comment:

Antonia said...

¡¡¡Dios mío!!!! ¿Qué agobio, no?