David es profesor de Literatura en la Universidad de Ciudad del Cabo. Divorciado -cincuentón o sesentón, no recuerdo-, se encapricha de una alumna. David quiere sexo, sexo y sexo. El escándalo estalla. La alumna lo denuncia. Y esto es lo que sigue a continuación:
-La comisión ya ha emitido su recomendación, David, y el rector me ha pedido que hable contigo por última vez. Está dispuesto a no tomar medidas extremas, me ha dicho, con la condición de que hagas una declaración pública, de tu puño y letra, que sea satisfactoria tanto desde nuestro punto de vista como desde el tuyo.
-¿Se me exige que pida disculpas aun cuando no sea con toda sinceridad?
-El criterio que aquí importa no es tu sinceridad o tu falta de sinceridad. Eso es asunto, tal como digo, que habrás de ventilar a solas con tu conciencia. El criterio que de veras importa es saber si estás dispuesto a reconocer tu falta en público (...)
-Pues lo siento, pero no, no lo veo.
Desgracia, J. M. Coetzee
2 comments:
Qué gran libro, qué historia, qué país. A los amantes de los animales nos regala además un alegato tremendo. Al final... hay que llegar al final.
mira, carmen, yo he leído con un ojo abierto y el otro cerrado el pasaje de la eutanasia!
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